lunes, 5 de noviembre de 2012

Historia Javier Sánchez Esperón

La historia que os voy a contar le ocurrió al padre de un amigo mío, no me toméis a mí como héroe sino a él, el padre se llamaba Tomás.
En esa época Tomás tenía 13 años iba a suspender ese año matemáticas y repetir. Un día llegó un niño nuevo a clase se llamaba Guillermo.
Guillermo era un niño pálido, callado; no hablaba mucho, al cabo de unos días, vieron que era un poco introvertido pues no se relacionaba mucho, pero era un niño muy educado.
 Un día, se fijó en que Tomás no sabía matemáticas y él se ofreció a ayudarle. Tomás vio su billete de aprobar y aceptó, ya que Guillermo sacaba muy buenas notas.
El martes empezaron las clases y vio que le fueron muy bien. Cada día Guillermo iba y le ayudaba. Guillermo tenía unas condiciones un poco extrañas, la primera es que no necesitaba dinero, lo hacía gratis, la segunda es que siempre entraba cuando no hubiera nadie en casa, pues decía que le podían molestar, y la tercera era que él se encargaba de traer los libros. A Tomás le daba igual las condiciones aunque de vez en cuando se preguntaba por qué.
Cada vez sacaba mejor y mejor notas. Un día, se dio cuenta de que no terminaba nunca las clases ya que jamás se enteraba del final porque se quedaba dormido. Una vez, él no pudo ir al cole porque estaba malo, su madre no sabía la enfermedad, tenía mucha fiebre y cuando vino Guillermo no le pudo dar clase. Cuando se fue vio que Guillermo se había olvidado sus libros y tuvo la tentación de ojearlos. En cuanto los vio de llevó un gran susto, ya que vio que varias páginas estaban manchadas de sangre, justo dos gotas. Estuvo seis días malo y cuando volvió Guillermo no estaba, le dijeron que llevaba cinco días malo, Tomás se asustó ya que creía que se lo había pegado, y le preguntó al director su dirección, aquella tarde fue a verle.
Lo primero que le sorprendió fue la dificultad de entrar en su casa en coche  porque su calle era peatonal. Su casa estaba en un callejón y era un pareado, una casa muy oscura que casi no le llegaba la luz del sol. A Tomás el miedo le inundaba el cuerpo, cada escalón de su casa chirriaba, vivía en el tercero, el último de los pisos, en cuanto llegó vio que se dividía en A y B probó suerte en el B. En cuanto abrió la puerta se encontró con una chica joven, de pelo rubio. Tomás le pregunto por Guillermo, le describió perfectamente, la chica no sabía de quien hablaba y le sugería que preguntara al señor de frente que llevaba viviendo aquí toda su vida, y eso hizo Tomás. Cuando llamo al tercero A  se encontró con un hombre mayor, y le pregunto por Guillermo, un niño de 13 años pálido y silencioso. El señor dijo que sí, alguna vez había vivido en el B un tal Guillermo, pero eso fue ya hace 30 años cuando él tenía la edad de Tomás, y que Guillermo se fue ya que su madre y su hermana se habían muerto desangradas,  por lo que los médicos dedujeron que debían tener una enfermedad en la sangre llamada hemofilia. Le comentó que a Guillermo no le afecto mucho su muerte se le veía tranquilo, y dijo que lo último que se acuerda fue que su padre ya estaba muerto, no le respondió nada más. Tomás se fue corriendo lleno de terror, le entraban hasta nauseas.
 Ese día fue el último día que habló de Guillermo, ahora solo era un recuerdo del pasado, aquel año Tomás aprobó matemáticas, pero nunca más le ayudó otra persona.

                                                                                     Javier Sánchez Esperón  2 ºESO L