Vivíamos en una ciudad pequeña en una casita en el centro.
Nuestra casa, a medida que aumentaba nuestra familia, se hacía cada vez más
incómoda. Papá y mamá estaban buscando una oportunidad para poder mudarnos. Un
día llegaron felices. ¡Hemos encontrado lo que esperábamos!.Un casa, a l lado del lago, a las afuera de la
ciudad.
Mis padres se quedaron extrañados del precio de la casa. Era
demasiado barata para sus dimensiones.
Una vez terminada la
mudanza , mi hermano y yo decidimos jugar al escondite en nuestra nueva casa, ya que había miles de
recovecos donde esconderse. Mi hermano Tomás contaba mientras yo me escondía.
Al fondo del pasillo . ví un inmenso espejo cubierto por una manta. Lo destapé,
y mientras mi hermano Tomás continuaba contando me mirè en él.
A continuación, me metí en la habitación contigua y me
escondí en un baúl.
Pasaron unos meses,
comenzamos el colegio,y mis compañeros
rumoreaban que esa casa estaba encantada, y que cada vez que había luna llena ,
ocurría algo extraño a sus habitantes.
No les hice caso.
Al cabo de unos días,
estando en la cama , sentí un cosquilleo en la pierna pero no le dí la mayor
importancia. A la mañana siguiente, ví que mi pierna estaba roja y que me debía
haber picado algún insecto. Corrí y se lo dije a mis padres. Durante el día no
sucedió nada extraño.
Pero al acostarme, me quedé mirando al techo y ví un pequeño
agujero. Justo al lado mía había una serpiente. Fui corriendo a mi madre y le
hable de los rumores de los compañeros. Mi madre me dijo que lo olvidara.
Al día siguiente
sucedió algo imprevisto. N uestro perro Doggy había atacado a mi hermano Tomás .
Doggy se mostraba nervioso y corría de un lado
a otro sin parar.
Fue una noche de luna llena, cuando pasé por el viejo espejo
del pasillo y ví mi imagen anterior
fijada en él. Cuando miré de nuevo, vi que
mi imagen se estaba autolesionando,
y que lo que le estaba pasando a mi
imagen me pasaba a mí también.
Me asusté mucho y decidí tapar el espejo para no verme nunca
más. Contaba las cosas que ocurrían a mi madre pero ella no le daba
importancia. En todos los espejos de la casa empezó a ocurrir lo mismo, mi imagen se reflejaba
con unos momentos de diferencia y hacía cosas que nunca pude imaginar.
Decidí hablar con
Tomás y decidió ir a los espejos. Los espejos también le hablaban a él y le
hacían cosas extrañas. Y así ocurrió con todos los miembros de la familia. Los
espejos echaban sangre y este hecho nos causaba bastante temor.
Averigüé quien vivía antes en esa casa y le pregunté por los
acontecimientos que ocurrían allí.
Acontecimientos extraños y sin explicación, hicieron su vida
imposible y decidieron abandonar el pueblo.
Después de mucho pensar, Tomás y yo decidimos arrojar el
espejo al lago para acabar con la maldición. Un gran chorro de sangre salpicó
nuestros rostros mientras las serpientes subían los espejos.
Los espejos de perdieron en la profundidad y la maldición de
la casa encantada murió en el lago .
Subimos a casa, el sol salió brillante en la mañana. Al levantarme noté que la
gran hendidura del techo de mi habitación había desaparecido y se había cerrado
como este capítulo de nuestras vidas. De ese momento en adelante vivimos
felices en la casa no encantada del lago.